sábado, 18 de mayo de 2013


Tengo esa sensación

De andar con el pie derecho

Ese valor agregado  que brota:

En labial rojo, en baile sucio, en correr bajo la lluvia

Cambian los antros, pero no cambia mi impacto

Ya no soy la de antes-lucky me-

Ahora soy gigante

Ahora veo en HD

Ahora leo todo antes que pase

Me hago cargo del don

 

miércoles, 8 de mayo de 2013


Una tierra salada. Una tierra poblada de aves blancas. El viento las adormece, por eso cuando respiro tapan la tierra con sus alas. Las alas no dejan que la tierra respire. Las plumas no dejan que las gotas de lluvia sacien la sed de esta tierra. A las aves blancas les gusta el ruido, por eso cuando grito se deslizan a ras de tierra en un baile ritual. Las aves blancas están encadenadas a esta tierra. Si una de ellas despierta de su sueño milenario no puede escapar. Entonces el ave sufre y maldice tener conciencia de su castigo. Y yo empática sufro también con ella. Una de ellas me hablo con los ojos, hace tanto tiempo atrás que no se si fue real o ya alucino. Sólo me dijo: No dejes de creer. Aun no se bien que significa eso, pero creo que tiene relación el hombre de la magia. El hombre de la magia hace que las aves blancas se escapen de su cautiverio. Se quedan quietecitas cuando lo sienten venir, como si todas estuvieran profundamente dormidas. Les libera una patita y luego la otra. Les dice algo al oído y luego se elevan. Cada una le da un beso en la mejilla antes de partir. A veces me pregunto a dónde volaran las aves blancas. El hombre de la magia es un enigma. Cuando respira hace que la tierra lo acompañe. Cantando como en trance logra que el agua caiga sobre las tierras, ahora desnudas. El hombre de la magia me contó que quiere que el verde cubra las tierras saladas. No sé bien que significa eso, pero me agrada como se siente. El hombre de la magia también es fuego. Alumbra cuando esta tan oscuro que no veo ni mi alma. Calienta cuando el frío paraliza todas mis fuerzas. Este hombre de fuego es también ingenio. Da siempre nuevos significados a lo que daba por sentado.  Me gusta oírlo hablar, con esa voz que es también un ser vivo por sí misma. Me gusta cuando el hombre ingenio llora pensando en los que sufren. Me hace subir a una nube que se hace llamar esperanza. A veces me da miedo dormir. No sé si al abrir los ojos el hombre llanto estará sembrando la tierra salada. Mas siempre al abrirlos lo siento susurrarme al oído: No dejes de creer.